En los años 80´ y 90´ existían lugares en donde haciéndote socio (presentando alguna factura de servicio y DNI) podías alquilar películas por el lapso de 48 horas. Estos lugares eran denominados "Videoclubs," los cuales, tenían una gran variedad no solo de películas sino, en algunos casos, de vídeos musicales. Este era el único acceso que se tenia para ver estrenos de cine como así también, algunos formatos como el Porno y el cine Bizarro que no se estrenaban en la pantalla grande. Una vez que se era socio, se alquilaba un VHS y el dueño del local lo entregaba rebobinado en mano y se lo debía devolver de la misma forma. Incluso en algunos Videoclubs se alquilaba también la videocassettera. En el caso de alquilar alguna condicionada, como requisito era imprescindible aseverar, a través del DNI, la mayoría de edad requerida, siendo esto algo estricto, sobre todo en los grandes Videoclubs de renombre, aunque siempre existía la posibilidad de hacerte socio en algún Videoclub de barrio y tratar de convencer al dueño para ver una XXX, quedando en evidencia y corriendo el riesgo de quedar ante los presentes como un "jeropa".
Todos los VHS en exposición exhibían un código alfanumérico el cuál, facilitaba la búsqueda y entrega del mismo siempre y cuando no tuviera una ficha en donde figurara que ya estaba alquilado.
Las grandes cadenas como "Blockbuster," contaban con un buzón para la entrega de películas fuera de horario, cosa que era importante para evitar el recargo. Existían también promociones que generalmente consistían en el alquiler de tres películas al precio de dos. Las más buscadas, como por ejemplo grandes estrenos, tenían un costo adicional.
Una vez alquilado el VHS y dispuestos a disfrutar del film cabían tres posibilidades:
1) Que la cinta exhibiera su "Señal de ajuste" y se viera en una calidad aceptable y sin mayores complicaciones.
2) Que la película comenzara pero con nula o mala imagen. En tal caso se debía ajustar el Tracking para lograr una mejor calidad.
3) Que el VHS no funcionara. En esta circunstancia se debía tomar la molestia y el tiempo para devolver la cinta.
Ahora si, comenzada la película en sus carriles normales, aparecía la clásica propaganda del proveedor y distribuidor del VHS (Gativideo, AHV, etc) ,estas incluían otros estrenos en el mismo formato que generalmente eran una basura. La duración aproximada de la propaganda era de unos cinco o diéz minutos, tiempo suficiente como para realizar alguna necesidad fisiológica o (en el caso de estar acompañado) un rapidito, lo cuál te permitía ver la cinta un poco más relajado.
Las Videocassetteras más modernas, traían la posibilidad de congelar la imagen y así poder admirar con mayor detalle alguna circunstancia del film, aunque el resultado siempre era decepcionante debido al Parkinson que presentaba la secuencia, función, que aun después de tantos años, nos seguimos preguntando por el motivo de su invención. Por último, llegarían las Videograbadoras con rebobinado automático para los más olvidadizos. También surgirían los más ingeniosos, que a través de algunas conexiones se dedicarían a piratear la película en cuestión con intensiones de prosperar en el mercado negro.
¿Cuál sería la sorpresa cuando, en más de una ocasión, se cortaba o se trababa la cinta dentro de la Videocassettera? Debíamos acudir a un técnico, pagar el servicio y además el Videocassette, pero nada quitaba la satisfacción de mirar la película reiteradas veces antes de devolverla.
Si bien ahora la tecnología nos provee de comodidad y de rápidos accesos respecto al cine y al información, en aquellos tiempos ver un VHS era todo un acontecimiento en donde invitábamos a amigos y/o familiares. Un ritual que se debía programar con antelación. Un síntoma de urbanidad que ha ido desapareciendo con el correr de los años.
Por último y rememorando esta época: ¿Quién no soñó con laburar en un Videoclub y ver todas las películas? Quién pudiera volver a los años dorados del Videoclub...
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